Algunas redes sociales como Facebook, han comenzado a seducir a las marcas y anunciantes con aquello del aumentar el alcance de las publicaciones, pasando por caja claro está. Este parece ser el remedio para quienes se quejan de las dificultades de los métodos tradicionales para llegar a las audiencias y masas de seguidores. Incluso en redes sociales como Twitter, muchas marcas apuestan solo por la publicidad pensando que es esta la única, y la forma más segura de cumplir sus objetivos y asegurarse que sus mensajes impactan en millones de usuarios de la red social.
Podríamos resumir, que la opción de apostar por la publicidad permite a las marcas de algún modo, evitar la necesidad de trabajar otros aspectos y estrategias a largo plazo, para lograr dicho objetivo. Lo cual, también podría revelarnos, la falta de voluntad en muchos casos, del generar realmente una relación verdadera y de mayor engagement con la comunidad de usuarios y seguidores.
Redes sociales como Twitter están experimentando con la opción de permitir a los usuarios silenciar los mensajes de determinadas cuentas, de tal modo que dejarían de recibir sus actualizaciones pese a que todavía constaran como followers. Algo que podría poner barreras de por medio entre aquellas marcas agresivas que solo buscan de estos medios, convertirlos en una canal a través del cual simplemente promocionarse.
Asimismo, también ha comenzado a perder encanto para los jóvenes, quienes prefieren los servicios de mensajería instantánea, o bien apuestan por el atractivo del vídeo y la imagen, que les proporcionan Instagram o Vine. Todo ello ha servido para que muchas marcas, consideren de forma errónea, que la publicidad es la panacea a las carencias de sus estrategias de social media.
Entonces, ¿qué nos queda? Comprar a golpe de talonario el engagement con nuestros clientes es una opción muy válida para llegar hasta ellos, aunque puede resultar un agujero en nuestro presupuesto, si no somos capaces de desarrollar una estrategia adecuada.
Antes de nada, es importante aclarar un punto. El engagement de los clientes no tiene precio, por lo que, además de invertir dinero, tendremos que trabajar para proporcionar un mensaje atractivo y relevante. El dinero no compra la fidelidad de nuestros clientes, sino que solo puede producir una respuesta puntual, y no siempre satisfactoria.
Por ello, conviene conocer en profundidad las características intrínsecas de cada red social, el modo en que interactúan los usuarios, y qué esperan encontrar en cada uno de estos canales, con el fin de ofrecer una propuesta realmente útil y atractiva.
Tal como se suele decir, antes de echar a correr, es necesario aprender a andar. Lo mismo sucede en las redes sociales. Antes de lanzarse a crear una campaña para conseguir el máximo alcance en cualquier plataforma social, es necesario conocer bien el entorno en el que nos movemos.
Para ello, debemos comenzar por desarrollar una sólida estrategia. Ésta pasa por construir una imagen que realmente represente los valores de la marca, diseñar un plan de contenidos atractivo, y establecer un tono de la comunicación abierto al diálogo, con el firme propósito de resultar útil y generar engagement.
Todo ello constituirán las bases de la imagen de la empresa en los Social Media. Una imagen que, a posteriori, se podrá amplificar, con la ayuda de una estrategia publicitaria. Pero siempre será necesario que haya una base real, que la empresa transmita su interés por conectar con el público objetivo, su vocación de servicio y una promesa de resultar útil y de confianza.
Sin ese transfondo, la campaña publicitaria resultaría vacía, carente de sentido, movida únicamente por el afán de conseguir ventas puntuales, no de establecer relaciones basadas en la confianza. Una actitud totalmente en contra de lo que los clientes esperan de las marcas en las redes sociales, y por tanto, con menor probabilidad de éxito.
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