Twitter se ha convertido en un sanguinario deporte que guarda un asombroso parecido a las “carnicerías” que se celebraban con los gladiadores como protagonistas en el Coliseo de la Antigua Roma.
Puede que los romanos no tuvieran Twitter, pero tenían el Coliseo, un lugar donde se congregaban para contemplar a seres humanos (habitualmente esclavos o criminales) combatir hasta la muerte.
Tan sangrientas batallas procuraban diversión a las masas (de manera gratuita para más inri) y las emociones de ellas emanadas eran absolutamente incendiarias. Los espectáculos que celebraban antaño el Coliseo Romano no difieren en realidad demasiado de lo que acontecen casi a diario en Twitter, argumenta Michael Fontaine en un artículo para Fortune.
Séneca, adscrito a la corriente del estoicismo, disfrutaba en un principio contemplando los shows de gladiadores y no veía en realidad nada malo en el entusiasmo teñido de sangre que exudaban las masas en el Coliseo Romano. Sin embargo, a base de escuchar a la audiencia y a sus vitriólicos comentarios, el filósofo cordobés se hizo pronto consciente de los espectáculos celebrados en el Coliseo Romano estaban transformando, y no precisamente para bien, a las personas allí congregadas.
En el Coliseo la gente quedaba despojada de sus inhibiciones y con ellas también de su propia humanidad. En nombre de la supuesta virtud los espectadores de los shows celebrados en el Coliseo se convertían en individuos supurantes de crueldad.
¿Por qué tantas personas disfrutan de las “carnicerías” practicadas en Twitter y rezuman delectación atacando sin piedad a individuos y a empresas? Básicamente porque consideran que tales empresas e individuos son malvados. Les endilgan la etiqueta de “criminales” y como tales se merecen un severo castigo en forma de abyectos tuits.
Personas que son totalmente normales (y hasta bondadosas) en el mundo real se convierten en bestias combativas y rebosantes de ira e indignación tan pronto como ponen pie en Twitter. Convenientemente espoleados por las masas, supuran veneno sobre su presa y a continuación, y como si nada hubiera pasado, van a recoger a sus hijos al colegio, explica Fontaine.
Séneca argumentaba que las multitudes (tanto las que se congregan en el mundo real como en la red de redes)transforman al ser humano y lo convierten en peor versión de sí mismo. Y que la única solución para evitar la inevitable degradación emanada de las masas vociferantes era huir de ellas como de la peste.
Por eso, y para parafraseando a Séneca, quizás deberíamos hacernos la siguiente pregunta: ¿Quién sufre más en una muchedumbre (cargada por supuesto de malas intenciones) en Twitter? ¿Aquellos que están bajo la muchedumbre y están, por lo tanto, siendo aplastados o lo que están arriba y convirtiéndose en peores personas?.
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