Con más de 1.000 millones de usuarios, Facebook se ha convertido en un “must” para las empresas, que ven la plataforma como uno de los grandes espacios desde los que aumentar sus ventas o fidelizar a sus clientes. Ahora bien, ¿A qué riesgos se exponen las empresas que deciden estar en Facebook? ¿Qué dice la letra pequeña de esta red social? Si no tienes cuidado, corres el serio riesgo de que acaben por clausurar tu cuenta.
¿Está llegando tu mensaje?
Seguramente ya habrás descubierto que cada vez que actualizas tu página en Facebook, un “simpático” mensaje te sugiere que si quieres promocionar tu actualización, deberías pagar en función de la audiencia a la que quieras llegar.
Pero como tú tienes 20.000 fans en tu página te preguntas, ¿Para qué voy a pagar? Me vale con las 20.000 personas a las que voy a llegar. La realidad sin embargo no es tan sencilla. De forma gratuita, Facebook únicamente muestra tus actualizaciones a un pequeño porcentaje de tus fans (aunque no hay cifras oficiales, se estima que no supera el 16%) por lo que en realidad tienes que tener en cuenta que únicamente vas a llegar a una pequeña parte de los que te siguen en esta red social.
La parte positiva es que vas a llegar normalmente a los usuarios más interesados en tu marca, los que más comentan tus noticias y las comparten y que cuanto más comparten, más grande va a ser el alcance. La parte negativa es que si únicamente te basas en esta fórmula, es complicado que amplíes tu base de clientes y el engagement que experimentas en esta red social.
¿Deberías pagar? Depende. Si pagas por sistema por cualquiera de tus actualizaciones, corres el riesgo que tus novedades se publiquen en muros de personas que realmente no están interesadas en tu marca y tu imagen se puede deteriorar. Al final se trata de aprender a mantener el equilibrio entre el grueso de tu actividad (gratuita) y esas historias o actualizaciones por las que merece la pena pagar y promocionar.
Cuidado con los anuncios que quieres promocionar
Antes de crear cualquier anuncio para esta red social, resulta más que recomendable que leas detenidamente las “Normas de publicidad de Facebook” en las que se especifica lo que se puede y lo queno se puede hacer en esta red social.
Y mientras que algunas pueden parecer obvias (anuncios racistas, discriminatorios, venta de armas, pornografía, etc.) otras normas pueden provocar que nos suspendan nuestra cuenta si no las concoemos. Por ejemplo, en las imágenes con las que ilustramos nuestros anuncios, el texto (si lo hubiere) no puede ocupar más del 20% del tamaño de la imagen. ¿Por qué? Por que Facebook “vive” de leer nuestros datos y en este caso, no podría hacerlo (o hacerlo con tanta facilidad).
Por otro lado, antes de publicar, tenemos que estar convencidos de que nuestro anuncio no “hiere” sensibilidades. Y no es tan sencillo, porque lo que puede resultar inofensivo para un usuario, puede convertirse en un insulto para otro, reportar nuestro anuncio como “contenido inadecuado” y que Facebook acabe por clausurar nuestra cuenta.
Y no dejes de leer la “letra pequeña”
Respetar escrupulosamente las Normas de Publicidad de Facebook no implica necesariamente que tu página se encuentre a salvo porque básicamente, Facebook puede hacer lo que considere oportuno en cada momento. En la letra pequeña de esa misma guía, tal y como apuntan los chicos de Makeuseof, podemos leer lo siguiente:
Nos reservamos el derecho de rechazar, aprobar o eliminar, según nuestro propio criterio y por el motivo que estimemos oportuno, cualquier anuncio, incluidos los anuncios que afecten de manera negativa a nuestra relación con los usuarios o que promuevan contenido, servicios o actividades contrarios a nuestra posición frente a la competencia, nuestros intereses o nuestra filosofía publicitaria. Estas normas son susceptibles de sufrir cambios en cualquier momento.
Aquí sería justo preguntarnos. ¿Cuál es la posición de Facebook frente a la competencia? ¿Cuáles son sus intereses? Si alguien tiene información contrastada en este punto en particular, no estaría mal que nos lo hiciesen notar en los comentarios de este artículo. Por otro lado, tampoco está mal lo que se define como “filosofía publicitaria”. Dice lo siguiente:
En Facebook, creemos que los anuncios deben formar parte de la experiencia general del usuario y ser coherentes con ella. Los mejores anuncios son los que se adaptan a cada usuario según su interacción con las marcas, los artistas musicales y las empresas que les interesan o su afiliación a ellos, así como la interacción o afiliación de sus amigos. Estas normas no pretenden servir como asesoramiento jurídico y su aceptación tampoco constituye necesariamente un cumplimiento de la normativa legal. Los anunciantes son los responsables de garantizar que su publicidad cumpla todas las leyes, normas y normativas aplicables.
¿Ambiguo verdad? Y sin embargo perfecto para que cualquier reclamación sea imposible.
¿A Facebook le gusta tu modelo de negocio?
En última instancia la mayoría de las empresas que cuentan con un modelo de negocio aprobado por Facebook, no deberían tener demasiado problemas si se ciñen a las normas. La pregunta es…¿Cuáles son los modelos de negocio que apruba Facebook? No es fácil saberlo.
Los únicos modelos a los que de manera explícita Facebook prohíbe la entrada en su red son los de marketing piramidal, y estafas y timos obvios que no tienen otro objetivo que el de engañar a los usuarios. El resto de modelos de negocio deben remitirse a la ambigüa “filosofía publicitaria” de la que os hablábamos antes.
¿Qué quiere decir esto? Que las empresas que deciden anunciarse en Facebook no tienen en realidad los instrumentos o las herramientas necesarias por para poder ejercer su derecho a réplica en caso de una controversia o dicho más claro aún: es Facebook la que tiene la sartén por el mango.
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