En los negocios, cuando es utilizada la expresión "cerrar las puertas" o "echar el cierre", más allá de su significado literal, generalmente viene a traducirse o entenderse como el "cese de la actividad". Por diferentes motivos, sean cuales fueran, al igual que muchos negocios abandonan o cierran sus puertas, otros surgen, aparecen o se crean para ofrecernos nuevos productos, servicios e ideas.
Es una ley casi universal que se ha mantenido a lo largo de los tiempos y que por supuesto, también ha sido una constante en los proyectos y grandes sitios web de internet. Basta tan solo refrescar nuestra memoria para regresar a los inicios de aquel famoso boom de internet y la burbuja de los punto com. Por entonces, gigantes de la red, extendían sus tentáculos para liderar la red de redes de aquellos años. Y aunque algunos reyes de entonces, se han mantenido inamovibles en el trono de su reinado, otros tantos desaparecieron para quedar en el olvido o ni siquiera resultar familiares para nuestras generaciones más jóvenes.
La nueva era dorada de internet que ahora vivimos, está gobernada sin duda por las populares redes sociales del momento. Facebook, Twitter, Pinterest, Instagram, Linkedin,... Todas ellas han servido para reinventar la forma de comunicarnos, de crear redes de contactos y estrechar las distancias de las relaciones. Pero también han servido para impulsar una serie de cambios de paradigmas hasta ahora establecidos, que a su vez afectan de forma directa a negocios, marcas y empresas.
Sin casi darnos cuenta, marcas y consumidores han adquirido un alto nivel de dependencia a este tipo de plataformas. La moda de los fans y los seguidores ha dado paso a nuevos retos para estrechar las relaciones entre usuarios, clientes y marcas. La atención al cliente es ahora también un nuevo eslabón en esta cadena. Incluso la propia televisión es ahora más social que nunca gracias a su impacto a través de la interacción de los espectadores en las redes sociales.Nadie puede negar a estas alturas la importancia y relevancia de este tipo de medios en nuestras vidas, pero ¿Qué pasaría si desaparecieran? ¿Y si por ejemplo Twitter o Facebook desapareciera o cerrara sus puertas?
Puede parecer una pregunta absurda. La primera reacción y respuesta lógica a esta dilema sería sin duda el hecho de que otras redes o plataformas sociales sustituirían a las actuales. La evolución tecnológica, además de rápida y vertiginosa es siempre constante. En nuestra memoria, aún nos queda el reciente recuerdo de casos como el del buscador Altavista, Lycos, MSN Messenger o el propio Second Life. El mundo virtual online desarrollado por Linden Lab que nos sorprendía a todos allá por el año 2003 pero que quedaba en agua de borrajas tras la llegada de las redes sociales actuales.
Por lo tanto, este es un escenario hipotético pero a su vez previsible y posible.Algo que tarde o temprano ocurrirá a pesar de algunas diferencias respecto a la burbuja de los 90. Para algunos expertos como Diego Jiménez Albarracín, responsable de Renta Variable del Centro de Inversiones de Deutsche Bank, la situación actual nada tiene que ver con lo que vimos hace más de una década."Ahora no hay burbuja de Internet porque las empresas venden". Sin embargo, a pesar de que a su opinión respecto a los tiempos pasados es, que "hace quince años las empresas estaban sobrevaloradas", existen también indicios para llegar a la conclusión de que tal vez, sí podría repetirse de nuevo, un fenómeno similar al de aquellas “punto com” o incluso que pierdan su encanto y dejen de estar tan de moda.
Aun así, no es tanto el problema de que algunas redes sociales desaparezcan para dar paso a otras nuevas. La dependencia adquirida y el asentamiento consolidado de negocios y empresas sobre las mismas, conlleva también el entender que el enorme esfuerzo realizado para establecer grandes comunidades y redes de contactos, de seguidores, de fans y consumidores afines a las propias marcas, podría concebirse como un auténtico drama. Es decir, no es tanto el reto de la adaptación a un nuevo medio o plataforma, como pudiera ser la pérdida del esfuerzo o trabajo ya realizado sobre una determinada red social que pudiera llegar a su fin por las causas que fuera. ¿Qué pasaría entonces con los miles de seguidores de las empresas y también de las grandes marcas? ¿Qué implicaría para aquellas empresas que apostaron por establecer dichas vías como canales de atención al cliente? ¿Y nuestros datos y las referencias de aquello que hemos compartido, nuestras conversaciones, nuestros vínculos,....?
Estas cuestiones pueden hacer que lleguemos a plantearnos también otra serie de interrogantes. Si ni los usuarios, ni las empresas, ni las marcas, son dueños de esta información. ¿Trabajamos realmente para las redes sociales? ¿Estamos dependiendo demasiado de este tipo de plataformas? ¿Estamos atrapados y vendidos a ellas?
Es cierto que de forma general, las redes sociales pueden ser concebidas como verdaderas y poderosas herramientas que pueden ser aprovechadas para los negocios por todo tipo de empresas y marcas. Pero la más mínima posibilidad y el riesgo de que un día puedan llegar a desaparecer o simplemente pasar de moda, puede suponer tener que volver a empezar de cero. Las soluciones profesionales basadas en sistemas de CRM, han pretendido cubrir este flanco débil a través de la gestión de la información de las redes sociales de forma independiente y externalizada, pero en realidad, son muy pocas las empresas que actualmente de verdad utilizan este tipo de sistemas con este objetivo.Otras sin embargo, han optado por aquello de crear sus propias comunidades de marca fuera de las garras y el control de las grandes redes sociales.
Puede que resulte difícil imaginar una situación de tal extremo. Mucho menos si tenemos en cuenta como redes sociales como Facebook vuelven a sacar pecho en los mercados financieros. La red social por excelencia vuelve de nuevo a ser junto a Google, uno de los valores más recomendados por los expertos. Pero quién dice que no pueda ocurrir todo lo contrario? En el caso de Twitter las pérdidas de sus últimos resultados ascienden a 511 millones de dólares. ¿Por qué no podría una nueva moda o un colapso financiero hacer que se repitiese la experiencia de los 90? ¿Y si ocurriera? Como bien dice el dicho "Torres más altas han caído".
Solo piense por un momento en esa pequeña posibilidad. ¿Cuántos recursos, tiempo y dinero estaría perdiendo su negocio o empresa? ¿Perderán entonces las empresas todo lo que durante tanto tiempo han construido alrededor de sus negocios, marcas y consumidores en tales plataformas y medios? ¿Qué nos quedaría entonces de todo ello?
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