Las redes sociales ayudan a las personas a estar más cerca de sus amigos y conocidos, y su poder como antídoto contra la soledad es indudable. Pero lo cierto es que también promueven algunas de las peores cualidades del ser humano. Entre ellos, la hipocresía, la superficialidad o los comportamientos adictivos. Esto es lo que le ha ocurrido a dos jóvenes canadienses, Mélina Roberge, instagramer, e Isabelle Lagacé, condenadas a ocho años de prisión por traficar con cocaína.
Y, ¿por qué estas jóvenes se ofrecieron para realizar este acto delictivo? Pues por notoriedad en las redes sociales. Así lo admitía ante el juez Roberge, que señaló que se dejó seducir por la posibilidad de viajar a Australia y ganar notoriedad en Instagram gracias a sus espectaculares paisajes y a las imágenes de lujo y fiesta del crucero que las trasladaría hasta Sidney.
En febrero, Lagacé reconoció ante la justicia que sentía “rabia y remordimiento por haberme mezclado con personas que forman parte de un comercio de drogas muy sucio”. Asimismo, según ABC.es, admitió haber recibido un pago de 12.000 euros a cambio de hacer de “mula”.
La magistrada australiana que dictó la sentencia señaló: “Roberge fue seducida por el estilo de vida y por la oportunidad de publicar fotos seductoras en Instagram para todo el mundo. Quería ser la envidia de los demás. Dudo que lo sea ahora”.
Un desconocido recogió, a nombre de la instagramer, los billetes de avión y el viaje en barco en una agencia de viajes de Montreal, con un valor de 14.000 euros por pasajero, según la cadena TVA de Quebec. A las detenciones de Roberge y Lagacé se une la de André Tamine, de 60 años y con pasaporte canadiense. Las autoridades sospecharon de los tres ya que abordaron en Irlanda, realizando un vuelo transoceánico, siendo la próxima parada Canadá.
Un artículo publicado en Marketing Directo y, recibido vía Vallebro.com
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