Facebook vuelve a estar en problemas. Por si no tuviera poco con la caída de su base de usuarios, las acusaciones que le señalan como caldo de cultivo de las fake news y las críticas por su inacción a a hora de controlar los contenidos y el sesgo que se realiza en la red social, nuevas informaciones ponen en evidencia el escasamente sensible trato que da a los datos de sus usuarios.
La publicación de dos reportajes en los diarios The New York Times y The Guardian ha hecho surgir la preocupación entre usuarios y autoridades y es que, ambos periódicos hablan de la filtración de datos de hasta 50 millones de usuarios.
No obstante, la historia es más enrevesada de lo que parece. Todo comenzó en el año 2014 cuando el investigador ruso Aleksandr Kogan solicitó a Facebook el acceso a datos de los usuarios para realizar un estudio del perfil psicológico de estos.
El permiso fue otorgado por la compañía poniendo a disposición del académico la información de aquellos usuarios que quisiesen responder a un cuestionario a cambio de dinero y, de paso, de sus datos personales a través de la aplicación My Personality.
Sin embargo, al aceptar la cesión, aquellos usuarios que tuviesen configurada por defecto su privacidad, también estaban ofreciendo el acceso a sus contactos con lo que, los 270.000 usuarios que aceptaron de manera expresa, se convirtieron en 50 millones.
Kogan decidió entonces vender esos datos a la compañía de analítica social Cambridge Analytica, cuyo vicepresidente era por entonces Steve Bannon, consejero de Trump, por 800.000 dólares que los usó para realizar exhaustivos perfiles psicológicos de los usuarios que incluyen preferencias políticas, edad o lugar de residencia.
En 2015, al mismo tiempo que Facebook cambiaba sus políticas, impidiendo el acceso a los datos de contactos de los usuarios, se enteraba de la compra venta entre el académico y la compañía de analítica social, sin embargo, no fue hasta mediados de 2016 cuando solicitó la eliminación de la información a través de una carta.
Según cuenta un ex trabajador de Cambridge Analytica, el científico de datos Christopher Wylie, esta carta tan solo pedía marcar una casilla y devolver la carta, sin asegurarse de ninguna manera que el borrado de datos se había efectuado.
Wylie se muestra arrepentido de su contribución a la compañía dedicada a recolectar datos de los usuarios para elaborar perfiles psicológicos e influir en ellos a nivel político mostrándoles publicidad personalizada y cuyo director era en aquel momento, Steve Bannon, consejero de Donald Trump y editor del polémico medio Breitbart News.
“No solo estás jugando con la psicología de una nación entera, sino que lo haces en pleno proceso democrático”, cuenta Wylie a The Guardian y califica el negocio de la compañía como “una máquina de propaganda”.
“Si puedes controlar todos los flujos de información de tus oponentes, puedes influir en cómo perciben esa batalla y cómo van a comportarse y a reaccionar”, añade.
Así, el objetivo de Bannon era influir en la política para lo que debía “cambiar primero la cultura”. Y para cambiar la cultura, afirma Wylie, “primero tienes que entender quiénes son las unidades de cultura, es decir, las personas”.
Se trata de, “susurrar al oído de los votantes, diciendo una cosa a uno y otra a otro”. De esta manera, afirma, “se fragmenta a la sociedad” privándola de las “experiencias compartidas. Ya no tenemos entendimiento compartido sobre cómo hacer que la sociedad funcione”.
Pero va más allá describiendo lo que denomina como el arma de Bannon para librar la batalla de la cultura: “Si quieres cambiar la sociedad, primero tienes que romperla. Solo cuando la rompes es cuando puedes remodelar las piezas de acuerdo a tu visión de la nueva sociedad”.
Los últimos días y tras conocer que la historia iba a salir a la luz, Facebook ha intentado evitar su publicación incluso amenazando a los periodistas con acudir a la justicia. Asimismo, este viernes, la red social impidió el acceso a la plataforma a los implicados en el asunto, Cambridge Analytica, Christopher Wylie y Aleksandr Kogan.
Además, desde la compañía de Zuckerberg señalan, en su defensa, que la cesión inicial al académico ruso permitía se realizó con el consentimiento de los propios usuarios.
Sin embargo, este argumento no parece convencer a las autoridades estadounidenses que ya han expresado susintenciones de abrir una investigación para dilucidar lo ocurrido y depurar responsabilidades que podría conllevar multas por parte de la Federal Trade Comission (FTC) de hasta 2.000 millones de dólares.
Un artículo publicado en Marketing Directo y, recibido via Vallebro.com
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