Ya estamos en un momento donde todas las empresas tienen una página web y no basta con ofrecer un catálogo de nuestros productos o servicios, sino que tenemos que darle al cliente algo que le sea útil. Ya no basta con tener una página web, hay que tener la mejor página web, al menos mejor que la de la competencia.
Lo malo es que esto tiene un coste que muchas empresas no están dispuestas a pagar. Y aquí no hablo sólo de dinero, sino de implicación en la gestión de la página. El número de horas que se necesitan para tener una buena web se multiplica, aunque esto es algo que muchas empresas no ven y no valoran.Buscan páginas de saldo, sin que les importe mucho más allá de que la web funcione.
Por otro lado, para que la página interese al cliente implica que desde la empresa tienen que ofrecer contenidos que resulten atractivos. No basta con el catálogo, el consumidor de hoy en día ya se encuentra muy informado, así que esta cuestión es lo mínimo. Se necesita que como expertos en la materia recomendemos a nuestros clientes desde la web, ofrezcamos trucos que sean útiles, etc.
Y esto supone una serie de horas de trabajo que muchas no quieren asumir, sólo buscan subcontratar a una empresa que se encargue de todo, sin pensar que el diseñador web, sabe de su campo, pero no tiene por qué ser un experto en el sector de la empresa para la que está trabajando.
Al final se culpa de todo a un diseñador o empresa contratada, que posiblemente ha dedicado mucho más tiempo del que había presupuestado, ha hecho más cambios de los que debería y acaba cediendo a las peticiones del cliente solamente para poder cobrar todo su trabajo. El resultado suelen ser, salvo algunas excepciones páginas con un buen trabajo a nivel técnico, pero vacías de contenido, donde los clientes no pasan más de un par de minutos.
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