La brecha entre la política y la ciudadanía en términos de utilización de las redes sociales como canal de expresión es cada vez más grande.
Los políticos no saben como desarrollar y gestionar comunidades de millones de ciudadanos hiperconectados. Y esta es la oportunidad que se están perdiendo.
Construir influencia digital se ha convertido en un tema clave dada la penetración que tienen las redes sociales en nuestras vidas. Todos tenemos una reputación digital aún por omisión.
Pasa con las marcas. La gente habla de las marcas aunque éstas crean que eso no sucede, sólo por el hecho de no tener un perfil social oficial.
Si una marca tiene presencia en twitter se somete a la conversación. Y si no tiene presencia , también.
Y así como pasa con las marcas, algo similar pasa en la política. Todos hablamos de política en las redes sociales y de los actores políticos.
Aunque los políticos decidan “no estar” , sucede que, de todas maneras, ellos están allí, donde las conversaciones suceden sin pedir permiso a nadie.
¿Sólo diferencias de estilo ?
Justamente en la era de la conversaciones , en un escenario social , no nos interesa un político que nos relate “su realidad”. Nos interesa que la comparta y que la someta a la discusión. Por ejemplo basta con observar y comparar el perfil de twitter de Obama con el de los presidentes latinoamericanos.
La presidente Argentina tiene más de 2 millones de seguidores pero sigue apenas a más de 50 personas, desbalance que describe una forma de entender las redes sociales , para mi entender, equivocada. Quienes tenemos más de 30 años somos inmigrantes digitales pero los más jóvenes son nativos digitales y de desarrollan en un escenario de conversación y colaboración que nada tiene que ver con este modelo de comunicación. Porque está basado en un monólogo que termina hablándole justamente a los jóvenes en un idioma que no entienden. Y peor aún genera rechazo.
Obama fue el presidente pionero en la utilización de esta red de información y encabeza el ranking de políticos en Twitter. Tiene más de 32 millones de seguidores y, si suma las cuentas de su esposa Michelle y de la Casa Blanca, sus mensajes pueden llegar en un instante a 40 millones de seguidores, cifra equivalente a toda la población argentina.
Obama en twitter busca consenso para sus proyectos de ley, está atento a sugerencias de los ciudadanos, pide apoyo a la reforma sobre inmigración y acepta preguntas sobre la situación laboral de Estados Unidos y la marcha de su economía.
La influencia digital negativa
Pasamos de políticos ausentes a relatores intensos de “vacío”. Los dos extremos construyen influencia digital negativa porque ninguno está entendiendo el nuevo paradigma. No hay un vínculo y entonces no solo no se construye empatía sino que se genera un rechazo.
Los politicos creen que tener millones de seguidores es un cheque en blanco.
En twitter , la patria también es el otro
En twiiter tener seguidores no significa necesariamente tener admiradores.
Un seguidor no es alguien que te quiere necesariamente. Es una persona que le interesa ser parte de la conversación . Si no se le habilita la conversación a ese seguidor será un seguidor que estará enojado y tomará el relato unidireccional para compartirlo negativamente con su propio ecosistema de seguidores.
Se genera una viralidad que aumenta la cantidad de seguidores opositores.
Todos somos influenciadores de menor y mayor grado. Y no está mal influir ya que desde el momento que nos expresamos generamos una influencia sobre el otro. El error es pensar que la influencia digital es un tema puramente cuantitativo.
Entre nuestros seguidores tenemos personas que nos admiran, pero también indecisos y personas que no adhieren en nada con nosotros. Las proporciones mutan en forma dinámica en función de nuestra capacidad de generar conversaciones con el otro. En las redes sociales el otro es quien nos debe interesar si queremos construir influencia positiva.
Tener cada vez más seguidores no significa que tengamos más admiradores. Lo que tenemos es una oportunidad de tener más admiradores. Oportunidad que los políticos en Argentina despilfarran cada vez que nos relatan lo que hacen como si nos interesara. Lo que nos interesa es conversar , escuchar y ser escuchados , ver que lo que sugerimos es recibido y genera cambios concretos en la sociedad.
Tener muchos seguidores es un desafío al ego. Se confunde calidad con cantidad.
A los políticos les encanta ser seguidos por millones de personas. Y de hecho es una gran oportunidad. Pero en este caso , una oportunidad perdida.
Una oportunidad donde muchas veces lo que terminamos habilitando es un escenario donde millones de personas terminan dejándonos de elegir.
Los nuevos liderazgos surgirán de la sociedad conectada. De hecho esos nuevos líderes ya están allí. Sólo que nadie se ocupa de distinguirlos en esa gran conversación que se da en las redes sociales. Esta subestimación de la nueva ciudadanía hiperconectada será lamentada. Por unos u otros. Más tarde o más temprano.
La forma de hacer política , tal cual la conciben los políticos de hoy, es como la luz de una estrella muerta. Todavía recibimos esa luz, pero sabemos que proviene de un paradigma que ya murió. Sólo es cuestión de tiempo para que esa luz se apague y se enciendan otras, con más brillo y más ilusión.
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